La presencia de una variada vegetación hace posible un gran diversidad de ecosistemas que permiten, a su vez, la colonización de numerosas especies micológicas, alguna de las cuales de gran interés, tanto científico como gastronómico.
La producción micológica no se limita sólo al otoño, siendo muy interesantes la temporada de primavera y, si se producen tormentas, la de verano.
Para entender el porqué de esta riqueza micológica, debemos saber que nos encontramos en una comarca con grandes diferencias de altitud (de los 1000 mts a los 2273 del pico del Lobo) precipitaciones medias relativamente abundantes y, sobre todo, una gran diversidad de habitats, muchos de los cuales todavía están bien conservados
En la zona del robledal se encuentran gran cantidad de Boletales, siendo el Boletus aereus (hongo negro) y el Boletus aestivalis los más abundantes, especialmente entre la primavera y mediados de otoño.
También se pueden encontrar en otoño el Boletus edulis y el Boletus pinophilus. Se pueden ver también rebozuelos (Cantharellus subpruinosus), Carboneras (Russula cyanoxantha) y varias especies de champiñones (Agaricus sp.)
En las zonas bajas, la vegetación predominante es el encinar, bien sólo o bien mezclado con quejigos, robles o sabinas. En estos hábitats abundan las rúsulas, boletos (aereus y reticulatus) y tampoco es raro ver rebozuelos (Cantharellus subpruinosus) o la esquiva oronja (Amanita caesarea).
También hay grandes extensiones de pinares de repoblación (Pinus sylvestris) donde podemos encontrar los apreciados níscalos (Lactarius deliciosus) capuchinas (Tricholoma portentosum) o varias especies de Macrolepiotas.
Un ecosistema muy especial de esta zona es el hayedo que está instalado el la parte alta de la montaña, especialmente junto a la carretera que sube hacia el puerto de la Quesera. Aunque aquí no hay demasiadas especies de interés gastronómico, es muy alto el valor científico de los hongos asociados a las hayas y, más aún, tratándose de bosques relícticos, prácticamente los mas sureños de Europa.
En las riveras de los arroyos de montaña son muy frecuentes los abedulares con un variado elenco de especies asociadas, siendo algunas exclusivas de ellos como el Lactarius torminosus, Lactarius glyciosmus (no comestibles) o el Leccinum scabrum. También se deja ver el Boletus edulis.
En choperas y otros bosques de rivera encontramos en primavera varias especies de colmenillas (Helvella sp.) setas de chopo (Agrocybe aegerita) o la apreciada seta de San Jorge o perrechico (Calocybe gambosa)
En los prados húmedos crecen con profusión las senderuelas (Marasmius oreades) el pie violeta (Lepista personata) o un gran número de champiñones (Agaricus sp.)
Muy apreciada por la zona es la seta de cardo (Pleurotus eryngii) que crece en terrenos despejados donde abunda el cardo corredor, con quien está asociado.
Las especies encontradas en esta comarca es amplísima por lo que la lista se nos haría prácticamente interminable.
No debemos olvidarnos de especies que, aunque beneficiosas para la naturaleza, pueden ser muy tóxicas para el hombre si se tiene la imprudencia de arriesgarse con lo desconocido. En nuestra comarca podemos encontrar la casi totalidad de las especies españolas consideradas como tóxicas.
Son relativamente abundantes, según los años y las condiciones climáticas, especies mortales como la Amanita phalloides, algunas lepiotas de pequeño porte (Lepiota sp.) la pérfida (Entoloma lividum) la Galerina marginata y otras, que sin serlo, suelen producir trastornos variados (Agaricus Xanthoderma, Amanita panterina, Clitocybe dealbata, etc., etc.).
Por último, reseñar que en esta localidad está ubicada la Asociación Micológica Villa de Riaza dedicada al estudio, divulgación y cualquier tipo de orientación o ayuda relacionada con el apasionante mundo de los hongos.