El altiplano sobre el que se asienta la localidad más pequeña de todos los pueblos serranos permite unas vistas de extensos horizontes sobre la llanura.

 

Serracín destaca por su arquitectura negra de pizarra, con algún escaso ejemplo de arquitectura roja. Calles que han conservado la autenticidad de otro tiempo y un hermoso templo parroquial, ahora consolidado en su desnudez, aportan elementos diferenciadores a este pequeño enclave.

 

En las proximidades, una cantera de pizarra abandonada nos hace viajar al centro de la tierra.